Así fue el IV Encuentro de Verano

Redactado el 3 de Agosto por Alberto Baltar.

Este domingo 30 de julio ha concluido en IV Encuentro de Verano del Colectivo Noviolencia. Lo hemos celebrado en Villapresente (Cantabria). El objetivo era múltiple, pero quizás, este año, más marcadamente, hacer experiencia de la noviolencia, durante 4 días, de modo sencillo y autogestionado.

También es un objetivo de estos encuentros formarnos para seguir creciendo. Y hubo buena formación: con Moisés Mato, abordando la(s) experiencia(s) fundante(s) de nuestra noviolencia, con Jaime Fernández y la resistencia noviolenta de Lev Tolstoi, y con una introducción a la noviolencia, la primera tarde, a cargo de Javier Leal. Es decir, que, si miramos estos cuatro días, hemos tenido formación de la buena.

También queríamos conocer experiencias concretas de noviolencia. Encontrarnos con ellas nos da ideas, nos estimula, nos inspira caminos. En este sentido nos hemos encontrado con CEBRA y su campaña contra el curso de experto en guerra electrónica de la Universidad de Cantabria, con el grupo de consumo «Con Sumo Cuidado» de Cantabria, con el Observatorio de Violencia Obstétrica, con Mario San Miguel, con las experiencias de colaboración de grupos ecologistas en Burgos, con Educar para la Paz y el Espacio para la Noviolencia Cantabria,…

Junto con CEBRA desarrollamos una acción el viernes en el centro de Santander, denunciando que «la guerra empieza aquí» e invitando a la población a «parémosla aquí». La acción consistió en una marcha de unos 600 metros con pancartas y voces, y una performance en la entrada de la Plaza Porticada de Santander, donde hay una delegación del Ministerio de Defensa. Durante 30 minutos unos compañeros yacieron en el suelo teñidos de sangre mientras comunicábamos a la ciudad, a todo el que pasaba por la Avenida Calvo Sotelo, lo que está pasando y pocos saben, y algunos poderosos tapan.

Pero más allá de eso …o junto con todo eso, el encuentro de verano es una experiencia de convivencia noviolenta, en que compartimos espacio, arte, comida y lo que cada uno somos y tenemos, en clave autogestionada, durante cuatro días.

En este sentido, el gran tesoro de esto días somos las personas que nos encontramos, alrededor de 40 a lo largo de los días. Somos las personas venidas de las cercanías, de Cantabria, o de Madrid, de Valencia, de Burgos, de Granada, de Girona y de algún lugar más. Somos los niños, las familias, los adultos, los más veteranos. En esta edición hemos contado con 4 familias con niños, que han tenido su programa paralelo por las mañanas, pero han estado alegrándonos desde el despertar hasta el dormir. De unos y de otros, de los niños, de los ancianos, de los solteros, de los casados, de los emparejados, hemos aprendido muchas “cosas buenas para copiar”. En unos y en otros hemos visto vividos, encarnados, aspectos de la noviolencia que por nosotros solos no podemos alcanzar. Unos a otros nos hemos estimulado, alentado, apoyado y animado, catapultado hacia adelante. Se han acabado unos días muy sencillos de convivencia; podría parecer que no ha pasado nada, o casi nada, pero salimos con ganas, agradecidos, afinados con esa fuerza sencilla del amor, que se abre paso, erguida, en el día a día de unos y otros, los pobres, y que se acrecienta en cada lucha y en cada encuentro. Por eso salimos alegres, continuamos alegres, y salimos con el deseo de seguir trabajando por la noviolencia, juntos, porque la noviolencia nos lleva a unirnos y a convocar a más gente de bien y con hambre y sed de justicia. Esto bueno queremos seguir viviéndolo y acrecentándolo, pero queremos que llegue a más gente, compañeros de luchas, que estuvieron otros años y echamos de menos, y otros compañeros que aún no conocemos y con esperamos encontrarnos en futuros eventos y acciones.

Finalmente, dentro de este compartir lo cotidiano, cabe destacar el arte, que tiene un papel tan importante en la transformación del mundo. Además del detalle de la decoración, tuvimos espacios de arte las noches del viernes y el sábado, con una especialmente sorprendente riqueza este segundo día, y con una agradabilísima actuación de Mari Cruz, clown, la tarde del sábado antes de cenar, después de la tarde de convivencia y juegos junto (y en) el Río Saja.

Los niños son verdaderos, auténticos, captan la injusticia inmediatamente y se rebelan ante ella. Los más mayores saben lo que es la vida y saben apreciar sus pequeños placeres. Quienes sienten la injusticia en su piel o en la ajena y se ponen a trabajar contra ella, a favor del ser humano oprimido, saben bien qué es esto de la noviolencia. Cuando compartimos todo esto, todo lo que de no violencia hay en nosotros, encontramos una armonía, como una sinfonía de voces y maneras de ser diversas, pero con una misma melodía. Por eso cada uno de nosotros, que a veces nos desafinamos en los aprietos y contrariedades del día a día, nos reencontramos y reafinamos en encuentros como este. Además, salimos de él con un diapasón incorporado: aquel compañero, aquella compañera, su lucha, su sufrimiento, aquel baile, aquella conversación, aquellas risas, esas ganas de volvernos a ver; todo ello nos hace volver al sitio cuando nos despistamos. Desde ese sitio interior y comunitario, el amor sale solo, el amor obra y cambia el mundo.